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Abr 27, 2018

Autogol

Según Charlie, un gol es la gran acción que detona una catástrofe. En mi cabeza, hay dos tipos de goles: está el que desata una catástrofe micro, esa que genera mucha vergüenza y angustia por un instante pero se va pronto y los grandes goles, los que desatan una catástrofe en tu vida entera.

En Bien Chicles hemos tenido de todo y para todos. De los más vergonzosos y divertidos, hasta los más angustiantes y terribles.

Busqué en mis mil catástrofes desde que Bien Chicles existe, ahí van cuatro:

  1. De la junta importante que confirmé y no fui.  Mich y yo le llamamos el Big Bang de Bien Chicles. Cuando todo apenas se estaba formando y parecía lejano lejano, hubo una junta importante en ese lugar bonito donde trabajábamos para presentarnos como agencia del lugar. En aquel entonces mi cabeza estaba confundida, no pregunten dónde andaba, es vergonzoso; el caso es que no fui, no me acordé y nadie más fue. Si hubiéramos ido a esa junta, la historia de Bien Chicles sería muy distinta, no sé si mejor o peor, pero sí distinta. No nos quedamos en ese lugar, tuvimos que buscar otros clientes que nos financiaran, vagamos por la vida durante un año completo.
  2. De cuando vendí hartos libros y no pensé en la comisión para la autora. No soy promotora de libros, pero en Bien Chicles le hacemos a todo, de verdad, a todo. Quien nos conoce, ya sabe que si no lo sabemos, investigamos. Esta es reciente: vendimos unos 100 libros a una escuela y yo di, porque me pareció muy fácil, el precio que me dio la editorial, nunca se me ocurrió que, claro, tenía que pensar en la comisión de la autora. Cuando todos caímos en cuenta, ya fue muy tarde, ya estaba todo pagado.
  3. De cuando el estrés te hace cometer el mismo error 10 veces. Cuando un cliente no entiende de tecnología, las cosas se ponen un poco más complicadas, los juicios de esos clientes normalmente son consecuencia de lo que alguien más les dijo. Tenemos entonces este cliente que nos llama cada 5 minutos para decirnos que algo está mal, pero en realidad no está mal, sólo están viendo otra cosa, algo que estaba antes, algo que no hicimos nosotras. En ese camino, una termina moviéndole a todo para atinarle qué es lo que quiere el cliente y fracasar, como siempre.
  4. De cuando ya hiciste todo, pero no has hecho nada. Esto me pasa últimamente, mi cabeza está llegando a su límite de información y me da por pensar que ya hice cosas que en realidad no hice y contar anécdotas a gente que estuvo también en esa anécdota y de reclamar cuando la que no hizo bien las cosas fui yo. Me gusta pensar que es el amor lo que me tiene así de mal.

El asunto de los goles es que te obligan a aprender, entre más gacho la riegas, más importante y valioso es el aprendizaje. Les conté los goles más generales y ligeros que me vinieron a la cabeza, pero hay algunos otros que tienen que ver con dineros, con personas, con proveedores, con colaboradores, con amigos, con la familia. Me faltan en la lista los más dolorosos, los que sí me han costado lágrimas de cocodrilo enormes y angustias por noches enteras, esos que a veces uno no sabe si la regó o el mundo conspiró en nuestra contra.

Creo que todos los días hago algo mal, todos los días sin excepción, pero también, todos los días, me gusta pensar que puedo hacer mejor las cosas que ayer. Me reconcilió a diario con mi fantasma del día anterior porque no nos queda de otra y porque la gente no tiene la culpa de eso, de nuestros fantasmas y de nuestros goles pasados.

Vamos a seguir metiendo goles, estoy segura. Y probablemente todavía algo no ha dolido tanto porque aún estamos lejos de llegar más alto, pero ahí vamos. Ya saben: entre más alta la caída, más duele el golpe. A ver qué pasa.

 

 

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