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Oct 10, 2019

Volver a casa

written by Michelle Hallatt
in category Recomendaciones

El limonero que sembró tu papá en el patio tiene flores blancas. A tus doce años lo cortaron para construir tu cuarto adolescente, tu guarida de secretos.

 

Las gotas negras de vainilla se disuelven en la leche volviéndola ámbar, el sonido de la batidora Oster de metal empotrada en la cocina; un lento sabor de licuado de plátanos dulces se vuelve rancio.

 

Un bebé risueño en la cama, un niño colgado de una barda con cara de travieso, un joven posando orgulloso con birrete, un collage de fotos en la pared: no sabes cuál de estos rostros es tuyo. Examinas las imágenes de un pasado que ya no te pertenece.

 

Miras el piso de mosaico rojo ladrillo, era frío cuando caminabas descalzo y resbaladizo con los pies mojados.

 

Está colgado el cuadro de Los girasoles de Van Gogh que a tú mamá tanto le gusta pero que no ha puesto en la nueva casa. En la nueva casa las paredes están vacías.

 

Los muebles de mimbre descarapelándose; en el estéreo una canción a medio volumen, una melodía que conoces pero no recuerdas la letra.

 

Subes las escaleras. La puerta del cuarto de tu hermana está abierta.

 

Entras. Ella duerme. No tiene 12 años si no 30. Te acuestas junto a ella, la miras dormir, le haces piojito como acostumbrabas.

 

Los dedos de tu mano acarician su cabeza de forma circular. Ella sonríe mientras despierta.

 

Se incorpora en la cama, parece que no te ha visto en años, no logras descifrar su mirada, confundida pregunta qué haces aquí.

 

Tú tampoco entiendes cómo llegaste. Un escalofrío recorre tu espina dorsal.

 

Repite su pregunta: Qué haces aquí. Sientes que te habla en otro idioma. Sus palabras te traspasan. Tu piel se hace transparente azulina. Una angustia revuelve tu estómago, una opresión en el pecho no te permite respirar.

 

Entonces recuerdas, tu boda de 400 invitados, las canciones que te gustaba cantar, las palabras de tu tío el día que necesitabas consejo, a la mujer que amabas, tu madre, tu padre, los sueños que tenías y la bala que te atravesó el corazón.

(Para Kike. te sigo soñando.

Ejercicio de microficción para el «Taller: Escribir en redes», imparte Mauricio Montiel Figueiras.)

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