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Ago 28, 2016

Bullying de millennial a millennial

Se acerca el mes en que pasé la mudanza espiritual de la oficina puramente blanca a los habituales salones puramente blancos.

Las paredes de la oficina están pintadas del color de la imaginación que, siempre he creído, es blanca. Las otras paredes blancas son ladrillos ya pintados de aburrimiento que dejan ver la pureza de algunas clases en la facultad. Así de diferentes empiezan a verse los lugares, el tiempo y  las experiencias de dos lugares pintados esencialmente iguales. Sin embargo, así como el Síndrome de Estocolmo, comienzo a extrañar a las chicas Bien Chicles, con las que ésta temporada pasamos un tiempo recordando los ya viejos tiempos en que veíamos la televisión análoga de canales abiertos y escuchábamos la música en nuestros walkman.

Así podríamos pensar que las mesas de piedra, los lentes cuadrados y de pasta e incluso los discos de vinilo están pasados de moda o de era y… pues no. Menciono esto porque lo que hoy en día podríamos decir que es viejo o de otra época, algunas fuerzas, como la tecnología, el mercado o la pos-modernidad nos hacen vivirlo de nuevo con nostalgia, emoción y sobre todo con un especial cariño. Tengo 21 primaveras y parece que se acercan los mismos años desde que se nos enchinaba la piel con los capítulos de “Escalofríos” y “¿Le temes a la oscuridad?” ó los que nos divertían y nos hacían chismear como “Sabrina, la bruja adolescente” y “Clarisa lo explica todo”  e incluso los familiares como “El príncipe del rap” y “Mejorando la casa”; sin olvidar la avalancha de emoción que era tener los pokemones que veíamos, comprábamos en tazos y ahora tenemos en teléfonos.

Nostalgia, nostalgia, nostalgia es lo que siente uno al recordar todos estos momentos en que compartíamos la televisión con los hermanos, hermanas, primos, primas, amigas y amigos las mismas series y demás fanatismo. Es entonces en este momento en el que tampoco uno podría olvidar la música en el caso de una chica adolescente, en el que saca las canciones memorizadas a todo pulmón, de los “Back Street Boys” o de “NSYNC”, “Westlife”, o “Handsome”. No sé ustedes pero uno empieza a moquear y a emocionarse poquito.

Este momento nostálgico nos hizo dudar este verano en el que justo cuando pensábamos que ciertas cosas nos podrían separar por “la época” o por nuestro género, sólo lo separa la tecnología. Hoy en día, yo teniendo mis 21 años, les enseñe a mis primos las “Bananas en Pijamas” que tanto disfrutábamos ver en las mañanas para desayunar. Si bien, sí, crecimos en un momento con ciertas series y música, hoy en día decir que “ya no es de tu época” o “estas my joven para eso” pues lamento decir: “ Ya pasó de moda”.

Así como se siente la nostalgia de aquellos días que hoy nos hacen millenials, extrañaré cual víctima a su secuestrador del Síndrome de Estocolmo cada una de las hermanas bulleadoras con las que tuve el honor de compartir la mesa rectangular estas vacaciones.

 

Gracias Bien Chicles.

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