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May 31, 2016

Reflexiones de una ex aficionada a los conciertos.

By  quetzaaa (Twitter/Instagram)

Hubo una época de mi vida en la que gran parte de mis ingresos y de mi tiempo libre estaba destinado a los conciertos. Solía ir a 6 o 7 al año y a un par más si tenía la suerte de ganarme entradas. No quiero ni imaginarme la cantidad de dinero que gasté en boletos, transporte, souvenirs y botellas de agua de 40 pesos, pero en aquel entonces éso era lo que menos me preocupaba, y la verdad es que me la pasaba muy bien.

La cosa es que desde hace unos años algún switch se me apagó, porque la emoción que me causaba saber que ‘x’ banda iba a dar un concierto en mi ciudad ya no es la misma que la de mis años adolescentes. Por un lado mis gustos musicales han cambiado mucho, las cosas que me emocionaban hace años ahora me dan igual y los grupos que me gustaría ver en vivo no los trae nadie, pero creo que la mayoría de las veces ese poco entusiasmo que tengo de ir a un concierto se desvanece cuando recuerdo que tengo que convivir con tanta gente. No es que en el pasado disfrutara los aplastones y a la gente que se la pasa platicando durante todo el concierto, pero por alguna razón se me hacía más fácil ignorar mi entorno y sólo concentrarme en el espectáculo.

Ahora ya no puedo evitar sentirme un poco fuera de lugar cuando estoy esperando a que empiece el show mientras escucho tantas conversaciones ajenas, y es que últimamente hay algo que me incomoda mucho del ambiente de los conciertos, sobre todo si son de música alternativa: los esnobs musicales. Y es que entre más «vieja» me vuelvo se me hace más difícil entender cómo es que hay gente que sigue pensando que cierto género o grupo es mejor que tal, o peor, que escuchar cierta cosa te hace mejor persona que otra, vaya, incluso he visto cómo convierten el ser fan de alguna cosa en una competencia. Ese aire de superioridad que percibo en tanta gente que ronda los conciertos a los que yo solía ir es lo que eventualmente me ha alejado casi por completo de ese ambiente y sólo pensar que voy a estar rodeada por esas personas me quita las ganas de ir por completo.

Como muchas cosas en esta vida, creo que el problema en sí tiene más que ver con clasismo que con cualquier otra cosa, que si por escuchar esta canción ya eres un naco, que qué ordinario, que qué ignorante, etc., porque al menos para mí está muy claro que no hay música mejor que otra, simplemente gustos muy variados. Además eso que odiamos ahora puede ser nuestro hit dentro de 5 años.

Uno de los últimos conciertos a los que fui y que recuerdo con mucha felicidad, fue el de Babymetal. No creo haber ido antes a un concierto con un público tan variado y a la vez tan respetuoso. En cuanto empezó el show poco importó si eras metalero, un niño friki, o una señora de 60 años, mexicanos, japoneses, gringos, todos cantamos, gritamos y bailamos juntos, la gozamos y pasamos un rato buena onda, como siempre debería de ser.

Creo que si todo en esta vida se pareciera más a ese concierto de Babymetal estaríamos más contentos y relajados, porque honestamente eso de imponer nuestros gustos en los otros es de muy mal gusto.

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