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Jun 12, 2017

Las drogas y yo.

(Crónica barata)

Soy la vergüenza de muchos amigos y conocidos. Soy un pésimo drogadicto. A pesar de que me he esforzado por mejorar soy una decepción. No es una lamentación, solamente reconozco que he llegado tarde a la fiesta y ya me perdí todo. Tampoco me martirizo, hago todo lo posible por llegar tarde porque los principios siempre son aburridos.

El tema de las drogas tiene muchos filos. Pero quiero verlo solamente de manera práctica personal evitando lo más posible juicios de valor.

Me ha rodeado a lo largo de la vida gente disciplinada en las drogas. Muchos muy conocedores y maestros, cultos de las drogas. Drogadictos profesionales. No yonkis perdidos sin oficio ni beneficio. Para mí un drogadicto profesional es aquel que se droga y funciona normalmente en la vida, es operativo y práctico, colabora en sociedad y no jode. Es útil en su entorno.

Nadie me avisó del efecto retardado de ciertas drogas. Me pasó con el ácido, dos veces y con ingerir peyote. Las circunstancias se dieron para una gran experiencia pero mi efecto retardado lo jodió todo.

Me invitaron a escuchar en vivo el disco completo Dark side of the moon en concierto. Un cuate intentó durante mucho rato conseguir ácido para disfrutar la música. Por fin llegó y todos ingerimos gustosos los trocitos de papel. Yo estaba muy decepcionado porque no sentía nada de nada. Tienes que explotarlo me decían. Bueno, ok, va. Y justo cuando explotó terminaron los últimos acordes del concierto y aparecieron las luces blancas de esto se acabó, luces brillantes se hicieron presentes y todos a su casa. Justo cuando la sensación del ácido comenzaba sus efectos.

De igual manera pasó con un disque ritual con un pseudo chamán contratado por una vendedora de experiencias místicas fuera de la ciudad. Pasamos toda la noche haciendo una fogata, combinando peyote con gajos de naranja y escuchando los cánticos del supuesto chamán. Pasó toda la noche y nada, la mañana siguiente y nada. Hasta que el regreso a la ciudad y yendo al cine, todo estalló, para mal. El miedo y la paranoia dominaban el paisaje.

Igual me pasó con el primer intento al inhalar cocaína. Estornudé un instante antes y todo salió volando.

La mariguana era tan común que solamente la pasaba de mano en mano. Después de un par de pálidas no me quedaron ganas de seguir. En una fiesta tenía tanta hambre que comí galletas en exceso para luego descubrir que tenían mariguana. Creí que nunca saldría de ese estado y todo se volvía laberíntico.

Lo he intentado pero no lo logro. Y más en medio de una sociedad que se desangra por un mercado que merece su enorme valor gracias a la prohibición. Apelo a la libre autodeterminación por el consumo responsable, de todos modos parte de nuestra naturaleza es el estímulo para abrir o alterar la consciencia, es parte de la vida pero el verdadero negocio está en la prohibición, siendo el mercado más lucrativo del globo con su impresionante volumen de lavado de dinero que sostiene al sistema financiero actual.

 

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