Éramos otros
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Éramos otros

Vivíamos en medio del silencio, dueños del tiempo sin prisa.

Dueños de las banquetas sin sombra, de los patios con hierba alta, de las casas sin puertas, de cuartos sin ventanas, de las albercas vacías y de las lanchas quietas.

El hambre nos agudizó el instinto y fuimos otros.

Obedecimos nuestra sangre.

En cada generación el oído llegó cada vez más lejos, cada vez más alerta de los murmullos de las cosas.

Reconocimos nuestros territorios por el olor a pescado muerto que se intensificaba al medio día.

Corríamos salvajes. La luz del sol nos seguía, diluyéndose entre la grava, escondiéndose entre las patas y el rabo.

Nuestra saliva espesa y amarga era la señal de buscar agua.

Nos sentábamos a lado del lago verde tornasol con la vista fija al horizonte.

La arena caliente se metía en nuestros ojos, las moscas se paraban en la punta del lomo.

Nos rascábamos las costillas con el pasto seco. Boca arriba veíamos las nubes moverse, hasta quedarnos dormidos para volver a despertar y rascarnos de nuevo.

Guiados por el impulso, transcurría el tiempo.

Nunca nos acercábamos a ellos ni ellos a nosotros. No les pertenecíamos.

Uno de ellos, de los más chicos, se acercó a uno de nosotros, se olieron, el otro quiso abrirle el hocico.

Lo golpearon. Lo defendimos con dientes y garras. El aire se llenó de alaridos.

Un disparo.

Nos cazaron.

Nos separaron.

Aquí no huele a pescado podrido.

Aquí somos dueños de nada.

Aquí esperamos despertar.

Michelle Hallatt About the author
1 Comment
  • Me parece bien, yo soy June mi hija perra, más humana que muchos que conozco, incluido yo mismo.

    10/09/2019at10:23 pm

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