DADDY ISSUES
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DADDY ISSUES

Daddy issues: cuando tienes una

relación jodida o inexistente con tu 

padre y eso te hace la vida interesante.

En la navidad familiar de cada año se realiza un intercambio en el que uno roba un regalo de la mesa; es una tradición heredada de mi tío que es más gringo cada día pero no por eso ha abandonado el uso de las eses al final de ciertas palabras. En uno de estos intercambios yo me quise hacer la simpática escogiendo un regalo envuelto en una bolsa con una foto padre/hijo en la cuál se podía leer «Gracias papá por siempre estar conmigo». La tomé, la mostré a mi difícil audiencia y anuncié: «escogí esta porque me siento profundamente identificada con la envoltura». Nadie rió. Al parecer esto de los daddy issues no es para morirse de risa.

Mi padre me dejó una gran herencia: su astigmatismo, la epilepsia de su hermana y sus ganas de portarse mal. Hace unas semanas me encontraba viendo YOUTH cuando en una de las escenas una hija le confiesa a su padre que es buena en la cama a lo que él responde «claro, eres mi hija». Me pude imaginar a mi padre y a mí teniendo esa misma conversación. ¡Qué ganas de portarse mal! Pero más allá de eso me dejó una gran ausencia, pero no de esas tristes y solitarias sino una que me ha permitido reinventar la figura del padre.

A mi familia le parece poco normal que yo vea con tanta naturalidad su abandono pero ¿acaso no lo es? y por qué este dichoso abandono nos tiene que hacer miserables y disfuncionales, alcohólicos o teiboleras en uno de esos lugares de mala muerte donde probablemente se trate de trata. A como yo lo veo lo mejor de los famosos daddy issues es que te puedes dar ciertas ventajas. Una de ellas es la  empatía, porque claro uno no siempre se va a quedar con la duda del por qué así que buscará en el pasado las razones. Madres adictas a la metanfetamina en forma de pastillas para adelgazar, padres alcohólicos y mujeriegos, hay más ausencias en su vida que en la mía y cuando uno aprende a huir con tanta naturalidad pues parece el siguiente paso que dar.

Otra de estas ventajas es el perdón; mi familia es muy religiosa porque #poblanos, de hecho los imagino pidiendo que Dios me perdone, no sólo por ser un buen tramo de gay, sino porque a sus ojos no he de cumplir con ese mandamiento que nos condena a todos a honrar a nuestros progenitores y a respetar en su totalidad las estructuras familiares que se consideran correctas. Parte de esta cadena de oración es que a sus ojos yo no he perdonado, pero para su sorpresa (y también para la mía) la empatía da como resultado el perdón. Yo no estoy enojada, enojarme no tendría sentido si entiendo el contexto que nos empujó al exilio, aunque esto no significa que podamos establecer una relación «normal» ante los ojos de la sociedad judeocristiana.

Esto de los daddy issues también me ha permitido darme ciertas libertades, claro ejemplo es haber tenido mis queveres con la personificación de los mismos. Gran terapia, la recomiendo, muy satisfactoria. En mi vida no hizo falta el bad boy que no hace nada de su vida y, tal como mi padre, es un mujeriego o ese otro encantador con el don del habla y la fanfarronería e incluso (pero no le digan a nadie) la que no es hombre pero le da unos aires a tu papá. Y claro, también pueden gustarme actores super viejitos sin remordimientos, los daddy issues siempre me van a proteger cuando declaro mi amor por Harvey Keitel, John Travolta (en Vaselina obvio), Jeff GoldBlum, David Duchovny, Steve Carell y Petyr Baelish (de GOT).

Y pues bueno, como dice Tyrion Lannister pobremente traducido por mí «si quieren darte un nombre tómalo y hazlo tuyo.»

Nury Melgarejo About the author
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