“Para viajar al espacio hay que dejar atrás toda la vieja basura verbal: las palabras de Dios, las palabras patrióticas, las palabras maternas, las palabras de amor, las palabras del partido.

Hay que aprender a vivir sin religión, sin patria, sin aliados.

Aprender a vivir en silencio.

Si alguien reza en el espacio, eso significa que no está ahí.”

William S. Burroughs

La búsqueda de la libertad es un viaje al espacio y Lolo su tripulante; un ser de 6 años que es extraterrestre (o eso piensa) nos contagia bajo el principio del explorador: aventurarse a la región de lo impensable. Su misión: volver a su planeta.

Para cruzar las fronteras, el explorador pierde el miedo a lo otro, a eso que nunca ha comido, olido o tan siquiera sentido, y para eso se requiere coraje.

Lolo no le teme a la no definición. Se siente torpe e inadaptado porque las palabras con las que quieren explicarle las cosas no le funcionan, no le son suficientes. Lleva su búsqueda más allá de lo que podemos ver a simple vista con las consecuencias que esto implica: sentirse solo y diferente.

Afortunadamente en la vida nos encontramos con seres fuera de este planeta -porque sí existen y nadie nos lo dice-, nos reconocemos y se comparte una especie de secreto. Así Lolo conoce a Dolores, la señora que limpia la escuela y tiene el superpoder de ser invisible (o eso piensa ella), que también vive fuera de lugar, en el margen de las cosas: nadie la saluda, nadie la ve, nadie le habla… hasta que Lolo se acerca.

Dolores le comparte su técnica para ser libre: la música. Cuando ella escucha su música puede pensar cualquier cosa e imaginar que las cosas pueden ser otras cosas. En medio de tanto ruido, con su walkman o el “waltmart”, como le dice Lolo, la música se vuelve su vehículo para regresar a ese lugar, es su medio de conexión y liberación; y cómo no viajar de regreso a uno con canciones como The Passenger, de Iggy Pop, o Under Pressure, de David Bowie.

¿Cómo descubrir quiénes somos cuando las posibilidades están dentro de un rango limitado?

Lolo, Dolores y Teresa inventan formas para alcanzar la libertad dentro de un mundo en el que los humanos condicionan y clasifican absolutamente todo. Nos demuestran que no podemos conformarnos con aquello que creemos que somos, o peor aún, con aquello que los otros dicen que debemos ser.

En medio de la hazaña del autodescubrimiento, que como cualquier otro viaje resulta doloroso apartarse de lo que se conoce, del pasado, las creencias, las ideas y las construcciones, podemos coincidir con otros seres igual de extraños y hacer de ese pedacito de mundo, un lugar a nuestro modo. Desaprender duele pero es enriquecedor encontrarse bajo todas esas capas, preguntarse y cuestionarse todo.

Acá en la Tierra nos recuerda que la frontera es uno mismo, que en el interior de cada uno de nosotros hay estrellas, planetas, agujeros negros y galaxias aún sin descubrir, que hay muchas rutas hacia el espacio y que quizá la gran proeza radica en encontrarnos ahí adentro.

ACÁ EN LA TIERRA

Dirección de Rebeca Trejo.

Dramaturgia de Luis Eduardo Yee.

Con Assira Abate como Lolo, Mahalat Sánchez como Teresa, la mamá de Lolo y Vicky Araico como Dolores.

¿Quieres ver la obra?

Sábado y domingo, 13h, en el Centro Cultural Helénico.

Tenemos 2×1 para este fin de semana, escribe al  Facebook, Twitter o Instagram de Bien Chicles.

Link de playlist en Spotify:

https://open.spotify.com/playlist/1P4RUMsxFNkWnoVTpzr7e6?si=maFSEvs9ROKx1no7yXAbig