TODOS MIENTEN
por Michelle H
Odio que me paren en la calle para hacerme una encuesta. Odio que den por hecho que mi tiempo les pertenece y que debo responder pacientemente a cada una de sus preguntas.
Me queda claro que nos cuesta decir “NO”, lo veo en la dificultad con que muchos terminan siendo víctimas de los encuestadores junto a los voluntariados de ONGS, niños vende chicles y de los jóvenes que venden fruta para pagar la universidad (Los cuales siempre me despiertan tremenda sospecha)
¿Con qué derecho las agencias te convierten en rehén de los estudios de mercado?, además, ¿sirven estas investigaciones? ¿revelan algo más que la respuesta de transeúntes desesperados por acabar rápido?
Valoro inmensamente el interés de conocer a la persona que va a usar un producto o vivir una experiencia alrededor de una marca, lo que cuestiono es el método para llegar a ese conocimiento por dos simples razones, la primera es que considero la encuesta como método invasivo y la segunda es que a través de ella no llegamos a la verdad por una simple razón: todos mentimos.
Alguien había dicho que lo que dice la gente no necesariamente es lo que hace. Y tiene toda la razón.
No le voy contestar con la verdad a alguien que quiere saber si prefiero nachos que papas. Es decir, la respuesta no es algo absoluto y determinado, depende de las circunstancias, de la plática, de qué película voy a ver, a veces se me antojan nachos y otras papas. El que la pregunta me limite a tan solo responder una opción me hace mentir en el acto. En consecuencia, no hay información veraz.
Y para todo lo demás siempre nos quedará la investigación cualitativa.