La plática
Siempre me he preguntado cómo es que yo sé lo que sé (sea mucho o poco) sobre sexo, la verdad no me acuerdo de un día en específico en la que mi madre me haya sentado y con todo su amor y delicadeza me dijera los 101 del sexo. Recuerdo vagamente ver una revista por ahí de los años noventa con un retrato de un hombre hecho de condones, gritarle a mi mamá en una tienda de ropa “¿Qué es un condón?” y que cuando me dijeron que Nuria es una virgen yo grité “¡Mamá pero yo no quiero ser virgen!” (#OsoSocial para mi mamá y mi familia de buenas costumbres). Pero ¿de dónde viene todo lo demás? Digo, en la prepa sí me enseñaron a poner un condón pero hasta ahí y en mi familia sigue siendo relativamente importante la cuestión de la virginidad entonces no es un tema que nos encante abordar.
Podríamos pensar que todo viene de la práctica, de tanto porno que he visto (con propósitos de investigación por supuesto) y aunque ambas opciones me parecen lógicas también me preocupan. Soy parte de una familia con muchos adolescentes y me pregunto cómo es que las nuevas generaciones de mujeres están adquiriendo conocimiento sobre estos temas. La familia sigue siendo cerrada y si a eso le aunamos el hecho de que la sexualidad femenina viene cargada con una gran cucharada de vergüenza entonces estamos jodidos. Las fuentes de información son escasas, claro existe el internet, el porno y las experiencias del otro pero qué tal que las fuentes están equivocadas, o que en esa película porno en particular nadie usó condón o que la persona con la que están sólo quiere sacar provecho de su ignorancia.
El silencio tiene consecuencias, en una ocasión el padre de una familiar la acompañó a comprar productos para su primera menstruación y se toparon con la sección de los tampones. Al leer el padre en cuestión las instrucciones de uso de dicho producto se enfureció, la familiar en cuestión nunca entendió muy bien la razón y aún cuando parezca ridículo la falta de una explicación a ese comportamiento primitivo y machista tendrá a su tiempo alguna consecuencia. Así mismo pasa con el sexo, seguimos viendo a las adolescentes como niñas, sin un contexto social y cultural en el que las relaciones sexuales comienzan a los quince años. Nos negamos a ver a nuestros familiares como personas, humanos que sienten, desean y sueñan. El no tener “la plática” en la actualidad es como jugar a la ruleta rusa pero no con la vida de uno sino con la de los demás.