INTRANSIGENTE
Hace poco fui a un encuentro de ilustradores y entre ellos me encontré a un grupo de personas que hace novela gráfica y, aprovechando mi descontento con los resultados del FONCA en el que de 9 seleccionados sólo hubo 3 mujeres, quise hacer un comentario pertinente acerca del estado actual del mundo del cómic mexicano y, creo que el tiro me salió por la culata.
Antes de comenzar quiero dejar en claro mi opinión acerca del cómic mexicano y ésta es que sigue siendo un lugar tóxico para las minorías. Tal parece que si no eres cosplayer y tienes un patreon para vender tus fotos (que por cierto tienden a ser fotos con el mínimo de ropa) no puedes entrar al club de Toby, es decir si una no se objetualiza o se sexualiza es difícil que quieran dedicar tiempo a ver tu trabajo e incluso si andas con las pompitas de fuera en todas las convenciones, lo cual es absolutamente respetable, las personas no se interesan en tus otros hobbies, en tus ideas o sentimientos. Somos y seguiremos siendo pura carne, partes de mujeres para consumo visual. Entonces las mujeres pasamos al papel de espectadores y espectáculo, pero nunca de creadoras.
Ahora bien, el mundo del cómic y la ilustración en general también es problemático en cuanto al contenido que se produce: de un sondeo rápido en varios grupos de ilustradores en FB el contenido es 80% mujeres dibujadas en poses extrañas y con cuerpos irreales o ultra-idealizados y 20% animalitos digitales (AKA Pokemón y bichitos medievales). La mayoría de dichos posts son hombres y me pregunto si no existe otro tema que ellos puedan dibujar. No sé, mujeres del día a día que no anden en tanga y de puntitas en el supermercado tratando de alcanzar unas paletas heladas en forma de falo. Digo, también pueden dibujar hombres ¿o no? ¿o eso les parecería un poquitín gay? ¿Es a caso tan frágil la masculinidad del ilustrador heterosexual (y heteronormado) mexicano promedio que les es imposible dibujar un hombre? Y sí también hay ilustradores que dibujan mujeres «normales», es decir no sexualizadas u objetualizadas, pero son pocos en comparación de los personajes mencionados con anterioridad.
Otro problema del cómic mexicano es lo que se cuenta, y sí hay de todo desde cómic histórico/documental hasta autobiográfico. Sin embargo las historias de mujeres son contadas (o ilustradas) por hombres. Y no es que esto sea algo malo y perverso, para nada, la cuestión es que si tanto gustan las historias sobre mujeres deberíamos dejar que sean las mujeres las que las cuentan y las ilustran. Otro tema es que los ilustradores piensan que no sabemos contar historias o que no vamos a cautivar a las audiencias pero conozco narradoras fantásticas que te tienen pegado hasta la última viñeta, los estereotipos de género son terribles. No, no, señor comiquero de antaño. No vamos a contar «historias rosas» porque nosotras sabemos contar de todo.
En el encuentro cuando dije esto un muchacho me comentó que se llegan a resultados exactamente iguales con un tratamiento ligeramente diferente y como ejemplo, que sospecho pensó que era controversial, relató que en algún momento fue a un festival de porno en el CCU y se encerraron a ver porno hecho por mujeres y que bueno el resultado le pareció igualito a como si lo hubiera hecho un hombre. En ese momento no lo dije pero ahora lo escribo, y es que ese ejemplo es totalmente equivocado por que el porno o postporno feminista se hace con una óptica y con principios muy diferentes al porno tradicional y no el resultado no es el mismo porque el porno tradicional es heteronormado y falocentrista y no sólo eso sino que ve la carne como producto de consumo masivo del capital mientras que el porno feminista se preocupa por la representación, por la inclusión, por el bienestar y por contar historias. Lo digo porque soy fan de los estudios pornográficos y porque en algún momento yo también hice porno.
Aquí cabría mencionar el problema de la competencia y pues bueno, no tengo nada que decir más que NO somos enemigas, NO somos competencia. Somos aliadas independientemente de si nos vemos seguido o no, de si salimos por las chelas o no, de si nos compramos trabajos o no y ya de plano de que si anduvimos con el mismo bato. Somos y seremos aliadas, porque si tocan a una respondemos todas y porque si el mundo ya es lo suficientemente difícil siendo mujer no veo por qué hacer de esta experiencia más difícil entre nosotras. Falta sororidad universal.
Y bueno, un punto y aparte es el tema de las minorías sexuales. He visto comentarios terribles de hombres que desde hace mucho se dedican al cómic en México como un post en el que un chico preguntaba cómo podía hacer que le dejara de crecer la barba ya que él no se identificaba con este rasgo típico de su género a lo que dicho sujeto respondió que se quemara la cara. Innecesario y de mal gusto. También en este tipo de perfiles encontramos mujercitas bailando con faldas muy cortas y orejitas de pikachú, opiniones absurdas sobre el #MeToo y comentarios de que los hombres «deben darse su lugar». Señores: ¡Qué perro oso!
Y con todo esto respaldando mi opinión hubo una persona que comentó que está muy padrísimo dedicar tu trabajo a los problemas que nos aquejan como mujeres pero que radicalizarse y hablar sólo de eso le parecía absurdo porque hay como 10,000 temas que también son interesantes y que hablar sólo de 1 pinche tema te hacía intransigente. En su opinión más que unirnos nos aislaba. Y miren colegas ilustradores y comiqueros por igual, si recordar y recomendar generar un ambiente de inclusión y menos tóxico en la ilustración y el cómic me va a hacer ser una intransigente pues la verdad es que me da igual, porque creo que cuando hay un problema hay que abordar. Que fiaca parar por querer parecer linda y amigable, como toda buena mujer. Qué bobada. Así que desde hoy soy Nuri Más, ilustradora, nostálgica de primera, chillona e intransigente.
BAI.