EL GOL CON BCH
Empecé a trabajar en BCH hace dos años ¿o más? – quien sabe- y todo empezó en una fonda cerca del Parque España. Ahí conocí a Fer, que era muy penosa y ni me hablaba; y bueno, pues a Michelle ya la conocía. Comenzamos con nada, en serio, nada. Creo que el primer mes que trabajé para BCH ya no nos necesitaban en la oficina y migramos a Puebla (la calle), donde conseguimos nuestro primer cliente, que pagaba poco pero era el primero, y luego ese grande que nunca terminó de pagar.
He estado en las malas y en las buenas de BCH y eso ha requerido de constancia y paciencia. Me han tocado los clientes fáciles, de esos que todo lo que haces les encanta, y también los difíciles que nomás no les gusta lo que haces y eso también está bien. ¿Ven? Paciencia, como ahorita. Aprender que no todo lo que haces está bien a la primera y que hay cosas que ni siquiera se pueden salvar. Eso me ha ayudado a crecer como persona: pago mis impuestos cada mes, tengo agua caliente, comida en el refri y cierta estabilidad económica. He podido conocer personas que han apostado por mi trabajo y desarrollar proyectos dentro y fuera de BCH.