El problema con las palabras
No me considero una persona «especial» para las cosas, es decir, no soy ni muy exigente ni muy selectiva. No me importa mucho si mi comida tiene o no cebolla, no me importa si mis sábanas son de 100 o de 10,000 hilos y la verdad es que no veo la diferencia en usar ropa interior de algodón. Pero existen ciertas cosas que me molestan en la vida y muchas de ellas son palabras. No son especiales, no tienen algo en particular como una letra en común o una pronunciación que las haga distintas pero me irritan por distintas razones que voy a enumerar.
- NIÑA: Creo que es la palabra que más odio en el mundo ¿a ustedes nadie les ha dicho niña? Digo, insisto en pensar (a pesar de la evidencia) que no soy una señora, pero ¿niña? «Oigan niñas», «a ver niñas». Y aunque las campañas de Dove me insistan en que el hecho de que me digan niña no tiene nada de malo me sigue molestando cuando personas más grandes o gente que está por encima de mí en un esquema de trabajo me diga niña. Es una forma de decir «estoy por encima» y no, estamos a la misma altura. Cuando pienso en «niñas» recuerdo un señor entrevistando a Rocío Cerón y otras poetas en una mesa y de pronto, con una mueca sarcástica sobre su rostro, preguntar: «¿A ver niñas vamos a hablar de sus libritos?» ¡Háganme el favor!
- AYUDAR / APOYAR: ¿Quiere donar a un kilo de ayuda? No, no gracias no quiero «ayudar» a que las empresas no paguen sus impuestos ni ayudar a las grandes «asociaciones humanitarias» a empeorar el problema como normalmente lo hacen. Pero no hablo de este tipo de ayuda, yo hablo de la ayuda que quienes nos pagan creen que damos con nuestro trabajo; y no es que quiera que me hablen feo o que me ordenen cosas pero sí creo que el término «ayuda» o «apoyo» puede hacer que se confunda la relación que tenemos. No, no te estoy ayudando ni apoyando, estoy trabajando para ti dentro de un horario establecido y voy a hacer las cosas que tenga que hacer no como un acto desinteresado sino como una labor que merece y necesita una remuneración justa y reconocimiento.
- SORORIDAD: Ya sé, yo tengo GRANDES problemas con la sororidad. No me molesta ayudar a alguien cuando lo necesita, tampoco me molesta apoyar proyectos de mujeres o el talento individual de mujeres que conozco. Lo que me molesta de la sororidad es que la gente la use como un escudo ¿que si hay que ser sororas cuando tú no fuiste sorora? No, la sororidad no es algo que todas tengamos garantizado, si tú de principio no aplicas esta doctrina a tu vida no esperes que hordas de mujeres vayan a tu rescate. En el pedir está el dar.
- Queridx / Cariño: Alguien a quien no conoces entra a tu cuarto y te dice «Hola querida» y uno piensa dos cosas (1)¿Cómo entraste a mi habitación? (2)¿Por qué esta persona me dice querida si ni la conozco? Y no es mamonería o que no sienta bonito cuando alguien me dice querida pero en ciertos contextos me suena hipócrita ¿Por qué decirle queridx o cariño a alguien que no quieres? Estas palabras son, a según, «cosa de teatreros» y seguro ellos están acostumbrados a fingir emociones hacia los demás pero uno que no lo está siente que una señora de 40 años que le dice cariño es como cruela de vil que entra y le echa el humo en la cara y ríe mientras te dice algo hiriente. Cariño mi madre, pero nada más.